EL LÍDER QUE EL PUEBLO QUIERE

Para tener el firme convencimiento de convertirse en autoridad es muy necesario tener aptitudes y virtudes comprobadas y que hayan dado frutos marcando hitos en el orbe existente por su originalidad y productividad.

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Atributos que justifiquen el sagrado propósito de servir a la patria a voluntad por libre decisión y sin esperar recompensa. Además aparte del conocimiento y la experiencia es básico ser desprendido, tener convicción y amor a la patria a conciencia para desempeñar una labor exitosa e imperecedera que depare calidad de vida y bienestar general a la población en su totalidad. Si la persona tiene como norma la investigación, posee visión planetaria, es innovadora, transformadora, renovadora, creativa, conoce de política, es positiva, culta, muy humano, asertiva, proactiva, irradia sinergia y trabaja en equipo, por derecho propio; está llamado a ser un digno representante de las mayorías que están cansadas que en cada nueva elección el resultado sea más de lo mismo. Lo que ocurre en realidad es que hay personas que han hecho de la política un negocio redondo y quieren mandatar toda su vida por los ingresos que perciben sin hacer gran labor física ni mental. Empiezan bajo única bandera pero llevados por la codicia se vuelven eternos tránsfugas y pierde esencia su función pasajera pero muy rentable. Cuando ocupan el trono de honor, forman sus cofradías a nivel nacional y tienen innumerables protegidos de la misma calaña que crecen económicamente bajo la sombra del poderoso de turno a cambio de sumisión y servilismo. Lo que afirmo no es ninguna novedad, por supuesto que hay honrosas excepciones que dignifican al ser humano y lo consigna la historia nacional. Más los que utilizaron o utilizan el escaño para hacer de las suyas, es muy larga la lista. El abuso de poder en todas sus manifestaciones no tiene nombre. Da la impresión, quien nunca tuvo grandes emolumentos y mando a discreción, el día que los tiene, le choca de sobremanera y llega irremediablemente a la corrupción y se le hace costumbre formando parte de sus ideales y delinque a diestra y siniestra sin la mínima consideración hacia sus semejantes. Puede ser una persona de amplio talento, cargado de títulos, medallas, bandas y pergaminos, el líder que mueve multitudes; pero hasta ahora no está demostrado fehacientemente que la sapiencia asegura honradez, moral, honestidad y vuelve enemigo del dolo al ser. Por eso hay eminencias intelectuales que purgan una condena en prisión como el más vulgar delincuente. Lo que en verdad refleja un real baluarte del cambio sostenido con afán progresista, pleno de equidad; solamente es la HUMILDAD. Después de todo lo expuesto, en estas elecciones que se avecinan, analizar bien a los candidatos y quienes los rodean, votar con mesura, sin fanatismos, sin hacer caso al oportunismo. Olvidar por siempre la mala costumbre de apoyar a sabiendas a la persona o al partido, así hayan dado muestras de un anti patriotismo sin límites. De un sabio análisis de los postulantes, (sobre de todos de los que aún sin caminar ya quieren volar) y de la

determinación de cada uno de nosotros, depende el devenir del Perú. De lo contrario seguiremos como estamos, en una desigualdad y pobreza extrema de un cierto sector mientras los privilegiados viven en la gloria no por sus capacidades, sino por el halago barato a quien no lo merece y el voto inconsciente de quienes por una dádiva o intereses creados permiten que siga echando más raíces el culto a la improvisación, que solo depara una patria sin futuro.

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