LA ECUANIMIDAD MENTAL

La indecisión es un mal que si no se combate a tiempo, llega a formar parte de la vida de cada uno de nosotros y siempre aparece en nuestro consciente  para arruinar solamente  la existencia.

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Si a esto  se une la indisciplina en toda su extensión, la persona así rece, llore, salte grite, se encomiende a todos los santos, simplemente está  llamado a ser un fracasado más en este mundo difícil y pasajero.  Si aparte de ello sus anhelos de triunfo lo relacionan con el pesimismo y si se es ese tipo de gente que  acostumbra tomar acciones sin importar los resultados porque no se tiene sentido común, estamos frente a un serio aspirante a la mediocridad. Por eso en esta reflexión hago notar que es inconcebible que se diga, “no lo hice porque no tengo tiempo”, “me enfermé”, “tengo muchas tareas”, “ me olvidé”, “hoy día no puedo, mejor mañana” Son expresiones propias de gente que no sabe ni lo que quiere ni a dónde quiere llegar y esos son claros síntomas que vienen anunciando la muerte del espíritu. Se puede adquirir una serie de conocimientos pero si no se sabe respetar los compromisos adquiridos con anterioridad demuestra una responsabilidad  más grande que su inconciencia. Si no se tiene calidad humana, se comete los yerros más inconcebibles que echan por tierra la aureola de sapiencia que se luce. Nunca hay que olvidar que todo lo que se inicia se termina. No hay nada que deba interferir en los propósitos que se tiene trazado. Nada debe quedar inconcluso. También que todo lo que se estanca se malogra. Por lo tanto la inercia humana es el primer paso a la derrota como hombre con futuro. Por eso es necesario tener bien  iluminado el panorama por donde van a discurrir nuestros días. En ello no debe primar la fantasía ni ilusiones irrealizables, ni mucho menos dejarse deslumbrar por el fuego fatuo del dinero, amor, riquezas o banalidades que no faltan en el paseo terrenal. Es preciso edificar el mañana con bases sólidas, poniendo en juego los atributos físicos e intelectuales con la cual se cuenta, o desarrollando el innatismo dormido en algunos seres y emprender la gran lucha por ocupar un sitial en este universo donde todo es ajeno. Es que una vida de éxito no es el resultado solamente de poseer una gran sabiduría, sino de la comunicación afectiva con el entorno en la cual debe predominar la unidad de criterios y la búsqueda de horizontes de ventura a través de servicios plenos de bondad. Es que nadie solamente se profesionaliza para obtener una posición económica y vivir feliz junto a los suyos. El principal, objetivo es la sapiencia que se puede  ofrendar a la comunidad en la cual se existe y los nuevos rumbos de dicha que se puede aperturar para todos aquellos que no lo tienen.  No basta ser  rey solamente para su corte sino para toda una colectividad. No es suficiente que sepan y disfruten de su saber los que están dentro de las cuatro paredes de su hogar, sino todos los que conforman la nación. Por eso el hombre debe ser incorruptible a todo canto de sirena que abunda entre el placer y el pecado por que el disfrutar como ser viviente está  en la alegría que le podamos proporcionar a los demás en razón a lo que somos. El mayor gozo humano está en desterrar las desgracias del planeta para que todos vivan felices. No es potestad del que más tiene o el que ostenta poder. El deleite del alma se logra con lo que menos cuesta y está al alcance de todos. Por eso es preferible caminar descalzo hacia el umbral de la excelencia que con finos zapatos al abismo del olvido. Estando en la cima de la montaña se puede conseguir lo que nos falta para vivir en paz pero si se está en el precipicio, es muy posible que no se encuentre el camino de retorno y se tenga que ser esclavo de la oscuridad por toda una eternidad.

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