EN MI SER HAY ESPERANZAS

Cuanto quisiera despertar y no escuchar al hombre, suponiendo lo irreal, alarmando con lo que no es de consideración,  conjeturando una posible realidad, difamando con lo que es mentira. 

 

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Anhelo que cada cual sea cauto ante el error y al   saber que es malo lo que está cometiendo, enmiende sus errores y prosiga por el camino del bien. La persona a quien se le da la mano, debe ser respetuoso y condescendiente  en honor al favor recibido y jamás debe tratar de dejar sin piso, sabiendo que le dio la vida. Cuanto ansío que todos los que están en el poder, piensen en su situación cuando eran uno más en la ciudad y miraban  el elogio como si fuera un  sueño. Que nadie acepte una propuesta política, social o económica, por dinero o porque fue convencido por un falso líder. Si se decide emprender  alguna empresa, que sea porque tiene las cualidades suficientes como para servir sin interés a los demás sin esperar recompensa y no por obligación y lucro. Sueño que los que más saben, deleguen conocimientos, enseñen y no se crean de otro planeta y miren por sobre el hombro a los demás. Como añoro, que si alguien no sabe, trate de aprender  y no se acostumbre a vivir a la sombra del poderoso, denotando sumisión y servilismo a cada instante. Espero que la palabra solamente sea usada para decir la verdad, consejos, mensajes  y  ensalzar la belleza y no para herir, mentir, insultar a quien no se lo merece. Ojala que el arrogante cuando le toque bajar la cerviz al necesitar de otra persona, que según su reducida opinión, es de menos categoría; escarmiente y no vuelva a ser el déspota de siempre o  servicial cuando le conviene. El hombre, así llegue a las estrellas, debe conservar su humildad, porque todos están en la posibilidad de ascender hasta más allá de lo posible. Si se sube unos peldaños hacia la consecución de ideales, que sea por sapiencia y no por obra y gracia de la política, de los amigos o pagando el sitial que va a ocupar. Que el hombre sea inteligente y que aspire puestos según sus conocimientos vocación y no llevándose por la premisa popular que “todo se aprende”. Ya es tiempo que no haya comodines donde hay tanta necesidad. De aquellos  que se trepan al carro del que tiene el poder y cuando se acaba la navidad, se suben a otro, hasta que se acaba el sueño de grandeza fácil y vuelven a la realidad sin pena ni gloria. Que el hombre tenga convicciones y muera en su ley y no sea el que cambia de camiseta, o se parcializa en sus opiniones según el color del billete, o le da duro al que está en la palestra, hasta que con unos oscuros dineros le compre su  silencio y libertad, tenga que  hablar a su favor, el que siempre está haciendo las veces de crítico y se calla la boca apenas le dan trabajo y vuelve nuevamente a su oficio anterior cuando se acaba el recreo como si nada hubiera pasado. El que tiene su trabajo, no esté  pidiendo licencia y se  valla a otra entidad porque que ahí va a ganar más. Que su deseos monetarios sea reemplazo por el afán de tener mejores ingresos pero adquiriendo mayor sapiencia en su especialidad y no quitando un puesto de trabajo en otros lugares. Que cada cual, en el hogar, en la calle, en su trabajo, donde quiera que este, sea íntegro, honesto, empático, líder, sinérgico, proactivo y que demuestre avidez por el saber actualizado y que camine del brazo de la modernidad, propendiendo el bienestar general de su entorno.

 

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