LA ORFANDAD CREADORA

Se ha hecho una costumbre nacional y hasta forma parte de nuestra folklórica actitud, el respeto indeclinable que sienten ciertas personas públicas a los protocolos institucionales.

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Es tanta su obediencia que le dan una categoría de  sobrenatural ley divina. Se han constituido en procedimientos intocables a los cuales hay que cumplirlos sin duda ni murmuraciones porque  de lo contrario se está violando la normatividad existente. Las normas que rigen una institución y sobre la cual se desarrollan las actividades, han sido creadas por el hombre. En vista  de ello, está sujeto a errores o en un lapso de tiempo no tan prolongado, ser una idea desfasada porque todo evoluciona según avanza la nueva tecnología en el mundo. Algunas conservan una antigüedad respetable, pero muy pocos se atreven a pensar que nada es estático, todo está sujeto a cambios y no hay conceptos eternos que no estén sujetos a modificaciones de rigor. Todo avanza a la velocidad de la luz tan es así, que si ayer era beneficioso para la humanidad hoy puede ser nocivo o sin importancia para sus anhelos de supervivencia en aras de tiempos mejores. Es que aparecen otras corrientes que plantean soluciones a la problemática del universo. La misma modernidad lo exige y el conocimiento que marcha a pasos agigantados lo pide a gritos. Es muy sabido que lo que se estanca se malogra por mandato natural. En este sentido, ya es tiempo que tome cartas en el asunto y se revisen a conciencia pero por personas conocedoras del asunto, generalmente especialistas en la materia de reconocida capacidad y dignidad moral. Hay que tener en cuenta que el hecho de ser profesional,  ser una eminencia, o tener varios títulos, no quiere decir que sea un dotado de inteligencia y que esté a la altura de un  sabio y que sepa de todo. Es muy sabido que el conocimiento es tan vasto que por muy sabio que sea, no lo sabe todo, siempre  hay algo que aprender de los demás. Entonces, zapatero a tus zapatos, cada cual en lo suyo y los frutos serán en beneficio de la colectividad que ansía salidas inmediatas a sus inconvenientes. En este proceso de transformación, vale mucho la imparcialidad despojada totalmente de intereses de grupo y con todo el realismo posible, lo obsoleto sepultarlo para siempre,  lo que no es funcional, tiene que ser reemplazado en aras de hacer más ágil la realización de las acciones. Lo que hace más práctico su utilización, incorporarlo de inmediato de tal manera que se optimice el ente económico y el cliente sea el beneficiado por la celeridad y eficacia del servicio que oferta por doquier. Con la  concientización  del núcleo humano de adentro para afuera, se  logrará una mayor solidaridad en base a la creatividad de cada uno de ellos. De ser así, ya no se escuchará de labios de un honorable profesional que diga. “No se puede”, “no hay orden para lo que usted dice”, “eso no contempla el reglamento”, “no insista, ya sabe que yo soy pegado a la ley”, “ni una palabra más, usted pide imposibles”. Hay que ser más humanos y actuar según los hechos y no cerrarse a lo que la   letra dice. Todo tiene una explicación y salida salomónica. Tampoco hay que buscar una ventana sólo cuando nos conviene.  Con esta reflexión no se está invitando a la violación de estatutos o acuerdos ya establecidos, sino que, si esta desactualizado, no hay que cerrarse en ello. Hay que hacerlo más funcional con innovaciones lógicas. Esto es lo que se llama calidad humana en la persona, porque muestra entendimiento, comprensión y  empatía para con su entorno. Ojala que la solución a los problemas se logren diariamente y ya no existan aquellos que no ven más allá de sus narices por su mezquina visión.

 

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