EL PASO DE LA VICTORIA

No es correcto ni oportuno tomar las asuntos a la ligera cuando son acciones a favor nuestro, especialmente si se trata de adquisición de conocimientos; actitudes que tienen que ver con nuestro desarrollo personal o las oportunidades de mostrar virtudes innatas.

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En bien de la colectividad, en la vida no se presentan oportunidades por doquier. Por esta razón, hay que aprovechar los instantes de bonanza que se presentan en la existencia y no dejarlos pasar de ninguna manera ya que puede ser la raíz de una lamentación futura. Por eso es muy importante saber elegir y decidir  a tiempo. Ahí reside la clave del éxito en toda latitud. Este mundo es como una lujosa vidriera donde se ofrece el oro y el moro y la fantasía que llena los ojos hasta al más incrédulo de los mortales. Es una pasarela donde se exhiben las bellezas de ensueños que invitan al placer y la locura pero con el corazón vacío.  Este universo a veces es un concierto de espejismos donde la voluptuosidad y la vanagloria están a la vuelta de la esquina. En este conglomerado de atracciones inverosímiles, cualquiera cede al pecado porque la publicidad subliminal  es capaz de cegar honras con sus cantos de sirenas que ablandan hasta el más frío individuo. Ante las provocantes tentaciones, es menester de cada ser que aspira el umbral de la excelencia, desechar todo lo que se presenta fácil, porque así como viene se va.  Lo que se logra con esfuerzo es lo que permanece eternamente y origina un halo de felicidad. Pero lo más importante es valorarse así mismo y así el ámbito terrenal ponga a tus pies las más insinuantes veleidades, jamás hay que caer rendido a su influjo. El hombre debe conocer sus atributos y falencias y según ello, edificar la hoja de ruta de su vida. En este tránsito vivencial, para lograr las metas terrenales, una vez definido lo que se quiere ser, nada ni nadie puede desviar nuestro sendero. Lo que quiere decir, que debemos tener una personalidad indoblegable de tal manera que la persona no sea juguete del oportunista, no deba estar al capricho de los demás.  Con mayor razón, no  acudir solicito a los requerimientos de personas que solo ven su interés cuando no se debe vivir encadenado o unido a los grilletes de la ambición, convivir en la cárcel de la envidia, ni ser títere o muñeco de quien tiene el poder. ¡Sabe Dios como lo habrá logrado! Por eso reitero, hay que vivir autovigilando la conducta y no ser desagradecido de la generosidad del entorno. Ni hacer caso a los “coordinadores” entre el que pone el billete y fantoche de turno que representa la emoción de un  grupo que añora la gloria. Solo así tendremos asegurado el desarrollo y cimentación de nuestros ideales, de facultades y postulados en pos de un mundo solidario, pleno de amor y paz.

 

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