LA CASUALIDAD NO EXISTE

Leer o escuchar algún  medio informativo de la localidad, del Perú o del mundo, es para enterarse de toda forma de violencia y muerte.

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Nos enteramos de crímenes, actos delincuenciales, suicidios, abusos sexuales accidentes de todo tipo, desastres naturales, como también decesos por causa natural o enfermedades que no faltan. Por falla mecánica o falla humana. El asunto es que diariamente ocurre lo que menos se piensa, lo que deja entrever que la vida pende de un hilo en este mundo en la cual se vive muy de prisa y la lucha contra el tiempo es continua y peligrosa. Ante esta realidad  es preciso que cada cual tome las medidas del caso lo que significa prevenir, prever, proveer, lo que no es otra cosa, que adelantarse a los hechos para que no ocurra lo imprevisto o cuando menos se desea.  Si se hace un análisis detallado sin fanatismo de ninguna clase o justificación vana, de todo lo agradable o desagradable que ocurre en el planeta, nos daremos con la gran sorpresa que nada ocurre de la casualidad. Todo tiene una razón de ser en la que el hombre es el eje principal de su  no realización. Por lo tanto, hasta las más horribles tragedias, muertes instantáneas; se pueden evitar si hubiera a tiempo una actitud de nuestras malas acciones o de los grupos sociales. A parte de ello es muy importante no vivir por vivir como si fuéramos eternos. Ayuda mucho a tener una vida de logros y metas si tenemos fe en lo que estamos realizando. Si tenemos diseñado el sendero con actitudes y aptitudes de pronta realización y sabemos a dónde queremos llegar, rara vez se encontrará escollos en esta corta existencia. Es que cuando tenemos en nuestro espíritu visualizado   el horizonte que anhelamos. Se genera en nosotros mismos un fuerza divinal que hace que se consigan  los retos trazados en el tiempo estipulado, de tal manera que no se pueda decir “ se murió y no cumplió con sus sueños”. Para ello los propósitos o umbrales que queremos lograr, deben ser de pronta culminación y no esperar que se dilate el tiempo en pequeñeces. Los proyectos  se deben hacer o terminar en el momento necesario y no que su finalización sea producto del azahar o del famoso dicho “mañana lo hago, no te preocupes”. Los plazos largos de concretización de ideales a veces quedan en nada. Decir “deja que el tiempo lo decida, equivale a no hacer nada. La palabra correcta es: ¡Hacer todo en el momento  debido porque el tiempo es oro!  ¡No dejar para pasado mañana lo que podemos hacer en este instante! Esa es la clave del éxito que jamás permitirá decir: Si no se hubiera muerto fulano la realidad fuera otra. Es preferible y más alentador que se diga: Falleció cuando menos se esperaba pero felizmente ya había realizado en vida todo lo que había pensado! Por eso sin pecar de alarmista,  es necesario adelantarse al mañana, profetizar lo que va a venir, intuir el futuro. Solo así volveremos los ojos a Dios con la satisfacción del deber cumplido.

 

 

 

 

 

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