El VIAJE A LAS ESTRELLAS

El poco interés por la lectura, la práctica de los valores humanos, el arte integral, los deportes, la adquisición de cultura especial y general, irremediablemente conlleva a que la persona no un sea un valor en la sociedad.

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Sin conocimientos y  sin humanidad, difícilmente adquirirá calidad de vida y un grupo social sin estos atributos, nunca serán  soldados, de efectiva lucha por lograr bienestar general, sino más bien, una carga pesada para la sociedad. Es muy cierto que hay propensión hacia los dulces placeres  como el ocio, alcohol, drogas, sexo libre, vanos oficios, dejando de lado un agresivo proceso de formación académica que permita enfrentar el mañana con éxito. La desatención  hacia lauros de gloria por la  publicidad subliminal, está a la orden del día e incitan al consumo de productos y bebidas dañinas para la salud cuando se consume en exceso. Ante esta avalancha de motivaciones a la fantasía, es preferible que todos fijen derroteros de grandeza espiritual, teniendo confianza en sí mismo, que les permitirá conquistar  todos los retos que se presentan y que al ser vencidos, avizoren un futuro pleno de ventura. De ninguna manera, especialmente la juventud, se debe esperanzar en las propiedades familiares y sentirse seguro del porvenir porque la herencia los hará millonarios. Entonces, ¿para qué estudiar? dicen muchos confiados en su golpe de suerte. Este es un concepto errado que algún día será la puerta hacia la nada, pues  sólo dura lo que es fruto del esfuerzo.  No hay que olvidar que desocupado es aquel que no trabaja con o sin dinero. Inclusive, el vacío que se siente al vivir de  sus bienes sin hacer nada, es atroz. Es que llega el momento que aburre no ser útil ni a sí mismo. Esta inactividad a veces causa hasta la muerte, pues la dependencia hacia los bienes materiales, lo hace sentirse un esclavo y lleva al hombre a la categoría de ser un objeto sin libertad de acción y pensamiento pues su mente reside tras los barrotes de la cárcel del dinero porque sin el vil metal no es nada.  Hiere ser una persona que sólo come, duerme y disfruta de sus riquezas que sabe Dios, cómo los logró. En este sentido, solamente el ser cultor del arte, ciencia y cultura, da como resultado el nuevo hombre que necesita el mundo para nacer diariamente con una fuerza solidaria que genere rumbos de felicidad de manera grupal. El hombre solamente surge, si adhiere a su existencia, normas positivas de desarrollo personal y es muy consciente de su rol que ocupa en este universo del cual todos son pasajeros. Si realiza sus actividades pensando que no está sólo en este mundo y que con ética y técnica, puede convertirse  en la esperanza  de toda una comunidad que ansía cristalizar sueños y metas comunes. Si se toma a la vida como una competencia en la cual es más feliz el que más tiene y el que más sabe, se está incentivando la ambición de poder. El verdadero éxito está en compartir las bondades económicas con el que realmente necesita o ser la mano que apoya en los momentos de desgracia humana o la voz de aliento ante el infortunio. ¡Eso es felicidad! El egoísmo no es una real forma de vida, es que el alma envenenada, infecta a su entorno y se produce un desequilibrio en las estructuras sociales y el hombre camina a la deriva pensando sólo en su conveniencia. Se olvida, que vivir,  es disfrutar de todo lo  existente de manera comunitaria, tan igual como si fuera una carrera en la que parten todos iguales y deben llegar a la meta juntos. De ser así, la tierra será el lugar más digno para que la especie humana brille en el firmamento como las estrellas. Los bondades humanas deben ser como el sol que nos alumbra y llega a todos desde que amanece y llena de optimismo a quienes quieren trascender en el tiempo y el espacio. Es  que siempre hay un rasgo de amor en quien camina entre el dolor y la dicha eterna.

 

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