No existe mayor placer
Que el valle de olor a fruta
Me da una esencia absoluta
Luego del anochecer
Cuando empieza amanecer
El latir de su hermosura
Un delirio me procura
Que olvido mi desamparo,
Y ya nunca me separo
AL DARME PAZ LA NATURA.

II

Es su fauna deslumbrante
Como sus aves aladas
Los rumiantes en manadas
Dan sosiego fascinante.
Brindan música al instante
Y es una fiesta el sendero
Y el paisaje verdadero
Hace gala de realeza,
Y me abriga su grandeza
¡SIN QUE ME CUESTE DINERO!

V

El viento a  las hojas mece
Y genera melodía
Se motiva mi alegría
Y el dolor desaparece.
A mis entrañas remece
Y se agiganta mi esmero
Y por nada desespero
Por tan inmenso cariño,
Y me arrullo como un niño
DE SU NORTE PLACENTERO.

III

Mi espíritu fortalece
Hasta el vaivén de una rama
Y mi sentido se inflama
Y mi optimismo se crece.
Todo el orbe me enternece
Se inspira mi corazón
Y me aplico en la misión
Con alegre sinfonía,
Y al gozar de su armonía
SE ACRECIENTA MI VISIÓN.

VI

Denota su encantamiento
El espacio singular
Y su brisa sin cesar
Despeja mi pensamiento.
Activa mi sentimiento
Y el afecto cobra altura
Y me irradia su dulzura
Mientras mi duda la resta,
Y de la verde floresta
ME ENTERNECE SU FRESCURA.

Con la  tierra por preciosa
Me unen lazos divinales
Y si me acosan los males
Me da ruta generosa.
Es  estancia majestuosa
Por sus lluvias repentinas
De mañanas cristalinas
encendiendo mis candores,
Que mares, ríos y flores
¡DE MI SER SON MEDICINAS!