UN HAZ DE LUZ ES LA VIDA

El hombre que piensa que es rey y la mujer que se porta como si fuera majestad y no tiene los méritos suficientes para serlo, está caminando por la senda equivocada que lo va a llevar directo al nebuloso paisaje de la soberbia.

Es que si hay falta de sentido común, en sus entrañas alberga egoísmo, o simplemente despreocupación y la no valoración del afecto, sacrificio y dedicación de otras personas; estamos en el plan de no reconocer a nadie y si no lo hacemos con extraños, menos lo vamos hacer con nosotros mismos.

Por lo tanto, hay una total desadaptación entre el ser y el entorno lo que deriva en una inconciencia sin límites que tarde o temprano los frutos no serán nada agradables. Es que ni no nos importa lo que hacen los demás, no tenemos la capacidad de apreciar el esfuerzo ajeno por una total deshumanización del ser. Por esta razón todos tienen el atributo de dar amistad, compañía, dicha, beneplácito, ser condescendientes, agradecidos, correspondidos con quien se lo merece porque todo va y viene a su lecho de origen. El que solo quiere que le den y no le es posible dar algo de si mismo, está errado de pies a cabeza y justamente esa indiferencia lo va a tornar en un individuo un tanto aislado de la realidad que solamente sonríe si tiene a todos de rodillas y le ofrendan alabanzas y es déspota con los que no le rinden pleitesía; si en la realidad, no es así. Nadie es vasallo del otro ni servil del que se cree estrella pero no tiene luz ni firmamento para expandir sus nulas veleidades. Esta es la causa por la que tantos seres se quejan del paseo terrenal, que no tienen suerte, todo le sale mal, han nacido estrellados, no están en su día. Más si fueran empáticos, proactivos, sinérgicos, afectivos, sinceros, positivos, se le abrirían las puertas de la prosperidad y de los mayores logros en todos sus aspectos. Por eso todo aquel que es capaz de ponerlo en el umbral de la excelencia, hasta la más mínima, acción, actitud, apoyo, ayuda o favor, va camino a su consagración total. El que está a la defensiva, no confía en nadie, de todo protesta, nada le parece bien, es indeciso, se aburre, no es capaz de entender la alegría de los demás, ÂCuidado!, se esta convirtiendo en una fuente de pedantería, orgullo sin limites, de vanagloria inútil y ese negativismo lo catapulta al orbe del olvido. Podrá tener bienes materiales en cantidad porque hay distintas formas claras y oscuras de obtenerlos, pero no será feliz ni exitoso porque es requisito principal para obtener ese umbral de victoria, tener los brazos abiertos en las buenas y las malas y acoger a todo el mundo entre lazos de hermandad, ser desprendido, lucir convicción, humildad, don de servicio a cada instante, sin mirar a quien, tener fe en los demás. El que no tiene esas características, puede ser un cofre de conocimientos y sabiduría pero vacío de ternura, entrega y espiritualidad y se coloca a la altura del que no tiene entrañas divinales como para ser autor del nuevo modelo de habitante que se necesita para que el mundo sea digno de ser vivido con honor y esperanzas. El oro ni la sublimación como ser, no te da una existencia decorosa, la que te brinda ese estado superior es la bondad del alma y la inspiración de la mente ofrendando un aire innovador y de permanente transformación e inventiva. El que vegeta con su sapiencia, esta en la misma situación del que nada sabe. Por eso la acción de dar y sentirse dueño y disfrutar hasta de lo que no se tiene y compartir tal esplendor es el único horizonte que apertura más espacios de grandeza planetaria. El que vive como si fuera el único habitante del universo, sólo un tiempo estará en la gloria y después desciende a la oscuridad del silencio, porque la soledad llama a más soledad y si lo que sobra es amor, se llegará a la dimensión increíble de la realización humana y que solo esta reservada para los que albergan ecuanimidad, equidad y comprensión desde que empieza el nuevo día.

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