¿CÓMO FORMAR UN LÍDER EN ÉPOCA DE CRISIS?

En el mundo entero existen y continúan dándose a conocer una serie de legados ideológicos sobre liderazgo total y son irradiados a los cuatro vientos para que se conviertan en paradigmas de la humanidad.

Esas ideas de otros mares llegan a nuestro país y se trata de aplicar con el fin de motivar especialmente a las juventudes invocándoles efectividad en sus acciones cotidianas. Teniendo en cuenta que nuestra patria es plurilingue y multiénica, a pesar que nos une una misma historia; somos 24 realidades distintas por la que es muy difícil aplicar una misma regla para todos y esperar un resultado óptimo. Por la idiosincrasia existente, hay ciertas limitaciones naturales que no permite dar frutos como es el deseo común que hasta resulta como arrojar una rosa al abismo y esperar que suene, o querer con un abrazo consolar todas las penas del planeta. Respetando el talento de eminentes pensadores; de acuerdo a mi particular modo de opinión, más correcto sería hacer acopio de toda la literatura que se difunde en todos los medios informativos habidos y por haber, para incrementar nuestra intelectualidad y edificar un modelo nacional de liderazgo que se amolde a nuestras necesidades y muy bien encuadrado en el tiempo y espacio en que se vive. De muy poco sirven ideas extranjeras, que si bien es cierto apuntan a su entorno pero que por los años transcurridos son desfasados para el devenir patrio.

Lo que se quiere es una estrategia de motivación con esencia roja y blanca en la cual la máxima enseñanza sea el ejemplo visible y comprobado por parte de quienes la imparten a las masas ávidas de nuevas corrientes de vida. Acaso no estamos capacitados para preparar nuestra ruta hacia la cima del éxito. En esta gran cruzada conductual debe haber originalidad, una verdadera vocación de servicio, entrega total, convicción, deseos de compartir y dignidad moral; en la que mucho tiene que ver el hogar y la escuela que es donde se debe sembrar la semilla de una crianza con todas las de la ley, plena de valores propios y a ellos inculcarles los conceptos de liderazgo y hacerlo extensivo a todos los rincones patrios a través de la magia de la palabra donde ocupe el sitial de la excelencia: LA VERDAD. Cuando esta nueva juventud se sitúe en los más altos escaños del país y manejen las riendas de la nación; estamos seguros que será otro el cantar. Si las cosas siguen como estamos viviendo en continua competencia en la cual la máxima gran meta es la riqueza material; el futuro de este suelo de virtudes no es nada halagador. No hay que olvidar que la única vía que nos llevará a una vida mejor es el estudio a conciencia. De la adquisición de valores espirituales, del uso correcto de nuestro computador biológico y de nuestra mente, dependen las buenas o malas relaciones entre nosotros y el orbe entero. De lo contrario seguiremos como estamos; enseñando ideas maravillosas pero que nadie las cumple porque la sociedad camina envenenada por la egolatría, el deseo de figurar, las ansias de poder y sin tener los méritos suficientes como para convertirse en un adalid de la justicia en base a sabiduría y humildad.

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