UNA DIARIA REFLEXIÓN

Hay personas que con el fin de lograr un sitial en su entorno, avanzan atropellando a diestra y siniestra, desplazando, aparentando sapiencia, suplantando puestos y posiciones, indisponiendo, haciendo quedar mal al que se cruza en su camino.

La cosa es lograr mejor posición social de la manera que fuere. Sobredimensiona los hechos, se da unos aires que él hace todo y por él funciona la empresa, No apoya, sino es el correo gratuito y disparatado entre el jefe y subalternos en la cual él aparece como héroe de película y los demás son los bandidos. Para esto siempre cuenta con un jefe incondicional que le gusta este tipo de gente que basa su calidad laboral en su lengua viperina que solo destila veneno a cada instante. De esta manera logra el trono de la excelencia pero por medios vedados. Su entorno familiar va creciendo bajo esa manera de ascender, por lo tanto son fieles seguidores de quien marcha arrasando con todo con tal que le digan Señor. Entonces una mala acción no sólo origina un tiempo su estrago, sino que genera otra generación con los mismos defectos.

Pero nada dura y todo se sabe hasta que llega el momento que se encuentran con un jefe humano por sus cuatro costados y se quedan sin padrino y como sólo hicieron el mal y nunca se prepararon para los nuevos cambios ni adquirieron conocimientos, se quedan desfasados en el rincón del olvido y el final es triste porque nada duela más que el desamparo y soledad originada por nosotros mismos. De aquí se deduce. El hombre es dueño de su propia felicidad o su desgracia puede crear desgracia en sus semejantes por utilizar la palabra para herir sin compasión. Por eso hay que saber distinguir el grado empático de los superiores en la institución o empresa donde se labora y optar el camino a seguir.

Todo depende como se le mire a la existencia. Tenemos todas las amas para triunfar o morir derrotados. Ante esta alternativa es muy importante definir nuestra situación frente a la vida. Queremos ser triunfadores o perdedores. Quien se decide a ser un perdedor, desde el momento que lo piensa ya es un muerto en vida. La inercia funcional, hacer nuestro lo cotidiano, el estancamiento afectivo; hace que nos hagamos cómplices de un círculo vicioso dañino e indignante en la cual la calidad humana no vale nada.

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